Del relativismo a la esperanza...
Prof. Daniel Hernández Leitón
Para el mundo cristiano y en espacial el católico, la renuncia del Papa Benedicto XVI resulta de gran asombro, incertidumbre e incluso tristeza. Para todos es de urgencia dar sentido a nuestras preguntas, que embargan la razón ante el impacto de la noticia; incluso ya hay quienes empiezan a teorizar sobre su salida y el futuro de la Iglesia Universal.
Para los optimistas, este acto es tomado como una decisión madura del hasta hoy pontífice, en tener la madurez ética y moral de ceder su lugar para que otro "inyecte" de dinamismo a la iglesia.
Habrán quienes con pesimismo observen este hecho como resultado de una crisis de poder dentro de la estructuras del Vaticano y apunten a la separación, como la consecuencia de diversas controversias en las que se han visto envueltos ciertos clérigos.
Otros justificarán esta decisión con la llegada de los últimos tiempo y es posible que en días próximos veamos manifestaciones de fanatismo llamando a la histeria colectiva.
Lo cierto es que hoy se agudiza la relativización y lo subjetivo; y con ello entran en crisis los estamentos tradicionales de todo orden.
La religión como referente social, no deja alejarse de los intereses de la educación y este acontecimiento en particular tiene impacto directo en la manera de como enseñar y cómo aprender, pues de una u otra forma afectará nuestra forma de ver el mundo, de interpretarlo y de enfrentarlo.
En un mundo de incertidumbres y temores la educación tiene que llevar a construir certezas con las cuales poder entender nuestra realidad. De nuestra sociedad emanan más preguntas que respuestas, surgen más dudas que posiciones inexorables y la educación necesariamente tiene que tomar partido.
Hoy existe un ataque sistemático y constante a las estructuras básicas de la sociedad como la familia, los valores y las posiciones únicas. La educación no puede ni debe guardar silencio.
El colapso de las estructuras sociales más tradicionales, puede traer una graves transformaciones en la percepción de las subjetividades colectivas, arrastrando a miles a una confusión ontológica aun más profunda.
Puede que el relativismo se acentúe en las sociedades occidentales y se continúen cuestionando con más fuerza el orden y las estructuras sociales establecidas a todo nivel. Las verdades se caen y se dispersan en trozos de inquietantes razones subjetivas. Los que hoy es bueno, mañana quizá sea que ya no. La educación debe de recoger esos pedazos he integrarlos con la razonamiento para no caer en atisbos.
La crisis de liderazgo dentro del nuevo orden mundial imperante, puede que haya tocado fondo con la renuncia de Ratzinger; el cual, frente a su indudable posición de líder deja un vacío y un desaliento no sólo en la comunidad religiosa sino en todas las estructuras de poder tradicional en otros credos.
Puede que se acreciente el ateísmo al cuestionarse con mayor fineza los dogmas. ¿Buscará la sociedad este camino? Hoy en un intento por separar a Dios de la vida civil para justificar el triunfo de la razón, la humanidad se ha encontrado con más división, más intolerancia, más injusticia y más dolor.
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