Hoy, en una de las puertas principales de la Parroquia de la Inmaculada, en la parte interior de la misma, observamos semejante irrespeto no solo a nuestros semejantes, sino a Dios.
¡A lo que hemos llegado! No hay temor a Dios.
Pero también ¿Dónde está la vigilancia y la celeridad de los encargados, para borrar este tipo de aberraciones?
No hay comentarios:
Publicar un comentario