sábado, 19 de febrero de 2011

¡VIVA HEREDIA!

Dr. Freddy Pacheco León
Catedrático UNA

El editorial de La Prensa Libre del 11 de mayo de 1897 nos decía que “La simpática ciudad llamada de las flores y el cafeto ha querido demostrarnos que no es refractaria al impulso noble del progreso...” Así, el Decano de la prensa nacional congratulaba a los heredianos por haber inaugurado a las 6:30 de la tarde del 9 de mayo, el alumbrado público de la ciudad. Con la presencia del Presidente de la República don Rafael Iglesias, y muchos ilustres invitados a la casa de don Alberto Chaverri Alfaro (Juan Bautista Quirós, Justo A. Facio, Ricardo Pacheco, Braulio Morales, Alberto Sáenz, Alberto Ortiz, Teodorico Alvarado...) se cumplía así el sueño de sustituir los tizones y candiles por 70 lámparas de luz alimentadas con electricidad proveniente del río Segundo.
 Años antes, el 6 de agosto de 1872, don Luis Felipe González Flores describe cómo Heredia, “en medio del mayor regocijo celebró la llegada de la primera locomotora al lugar donde está hoy el Hospital que fue donde se construyó la primera estación.” Superando grandes dificultades, hubo de traerse “la primera pala, el primer pico y hasta el último espigón y riel...” en carretas desde Puntarenas. Y agrega: “El hecho histórico que ahora conmemoramos ha sido de gran trascendencia para el progreso de la ciudad de Heredia, ya que la construcción del Ferrocarril vino a llenar una necesidad muy sentida. El desenvolvimiento económico en la exportación del café, el auge comercial y las relaciones sociales y culturales que se intensificaron con los vecinos de la capital, fueron a no dudarlo un factor importantísimo del progreso de la provincia de Heredia.
Luego, durante el gobierno del Lic. Alfredo González Flores (1914-1917), nació en Heredia la Escuela Normal de Costa Rica, “una de las instituciones educativas de mayor trascendencia en la formación de maestros” (Carlos Meléndez), cuyo primer curso lectivo se inauguró en 1915. Escuela que, ante la ausencia de la universidad, hubo de jugar el papel que a ésta le correspondía. Para esos mismos años, se edificaron la Gobernación, Correos y Telégrafos, y la Escuela Braulio Morales, edificios emblemáticos de la ciudad. Además, se construyó la “carretera de los ricos” entre San José y Heredia, que permitiría, en 1922, el establecimiento del servicio de buses con la ciudad capital. 
Y así podríamos seguir, ocupando mucho espacio, hablando de los logros de los próceres heredianos que, enfrentados a vicisitudes casi infranqueables, supieron enfrentarlas con hidalguía, unidad y decisión. Desde los primeros días de la fundación de la Ayuda de Parroquia de Alvirilla, el templo en Lagunilla, Cubujuquí (1714) y Heredia, no descansaron nunca los heredianos en su afán de progreso, en un ambiente pleno de paz, cultura y religiosidad. La construcción de la Parroquia (cuya primera piedra se colocó en 1797), el templo de Nuestra Señora del Carmen (iniciado en 1806), y la primera cañería en 1878, constituyen hechos históricos que han de recordarse. 
Claro que hoy también son evidentes los logros en muchos campos (como lo fue la construcción del anhelado Hospital de Heredia) pero también son lamentables las carencias. Mientras, no se ha vuelto siquiera a hablar de la necesidad de construir una autopista (o al menos una buena carretera) que nos comunique con la ciudad capital, el martirio diario de muchos ciudadanos para trasladarse hacia o desde San José, es una prueba de incapacidad oficial. Las fuentes de empleo que acojan a los jóvenes que logran completar la educación secundaria y universitaria, siguen siendo escasos, pese a los call centers que han buscado abrigo cerca de la ciudad. Son insuficientes los esfuerzos por ampliar los sistemas de alcantarillados que amenazan la salud de la población; los tanques sépticos (que de “sépticos” tienen muy poco) son la respuesta fácil a la incapacidad que se exhibe incluso en las nuevas urbanizaciones. Crece la delincuencia, baja la seguridad y la pobreza cunde en las barriadas marginales. 
En fin, porque deberíamos tomar de nuestros antepasados las enseñanzas que con su esfuerzo y tesón nos heredaran, hemos querido hacer el breve recuento histórico anterior. Tal vez así, conociendo un poco más de nuestro pasado, lograremos algún día alcanzar la meta de un mejor presente y, especialmente, de un brillante futuro, para que el grito de ¡viva Heredia! sea algo más que la celebración de un gol del glorioso Club Sport Herediano.

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