viernes, 21 de junio de 2013

Comentario

EL "INCENTIVO" DE LOS
PERMISOS GRATIS PARA PESCAR ATÚN
Con los mismos viejos argumentos de que los "incentivos" son imprescindibles para el bienestar de las empresas exportadoras, los representantes de las enlatadoras de atún que se han venido beneficiando, casi exclusivamente, del regalo que se hace del atún costarricense a los pescadores de las transnacionales que desde hace años pescan en el Pacífico costarricense, han argumentado que "La competitividad de Costa Rica en la industrialización y exportación del atún podría ponerse en peligro, así como el valor que la actividad agrega a la economía nacional, que el año pasado superó los $74 millones." (La República, 17 de julio del 2004) –
Posición compartida entonces y hoy por la Junta Directiva de ese INCOPESCA incapaz de asumir con patriotismo la defensa de los recursos naturales marinos sobre los cuales Costa Rica ejerce plena soberanía. –
Parece olvidarse que el único recurso marino de importancia nacional es el atún aleta amarilla, y en menor escala, el atún barrillete, por lo que no hay razón alguna para regalarlo a los pescadores extranjeros. Así, para justificar lo injustificable, han venido vendiendo la idea de que si no se regalan los permisos de pesca, las enlatadoras instaladas en suelo nacional (no necesariamente costarricenses) no tendrían materia prima. Que nadie les vendería atún para enlatar aquí y que tendrían entonces que despedir a los 2500, 3000 o 5000 obreros que, a veces temporalmente, trabajan en sus plantas en Puntarenas y el valle central. –
Claro está que ocultan que ese atún regalado podría tener un costo superior a los $100 millones (unos ø50.000 millones de colones) y que no existe ninguna obligación de descargarlo en puertos costarricenses. En cuanto al cuento de que en Colombia, México y Ecuador se otorgan licencias gratis, no es más que eso, un cuento que ni ellos mismos se creen. –
Mientras tanto en Costa Rica, conque un barco de más de 1.200 toneladas de capacidad venda al menos 300 toneladas, le permite optar por una LICENCIA GRATIS para pescar lo que quiera en un periodo de dos meses. En otras palabras, con el sistema entreguista actual, un buque de 1200 toneladas (que usualmente reporta, y así se le acepta, ¡una capacidad de pocos más de 400 toneladas de registro neto!) podría obtener una licencia gratis y realizar dos o tres viajes de pesca, durante los cuales podría llenar sus bodegas con unas 2.500 toneladas de atún. Si el valor de mercado internacional es de aproximadamente $1.200 por tonelada, ese barco podría hacerse de unos $3 millones en tan solo 2 meses, por los que no ha pagado nada y que además puede vender en cualquier parte pues no tiene obligación alguna de descargar en Puntarenas. ¿Se puede defender, razonablemente, tal "incentivo"? -
Si ese mismo buque deseara otra licencia gratis, se acerca al puerto y descarga al menos 300 toneladas, y obtiene así el derecho a usufructuar del atún que pertenece a todos los costarricenses. –
Entonces ¿dónde está el beneficio para Costa Rica? O más bien, ¿dónde está el negocio y a quién está beneficiando? Son válidas las preguntas pues parece extraño que a cambio de ese monumental regalo, aparentemente sin sentido, se alegue acerca de un valor agregado que habría que ver a quién efectivamente beneficia. –
Lo inconcebible es que, los defensores de las licencias gratis guardan profundo silencio, cuando se demuestra que todos los años descargan atún en Costa Rica, pescadores que ni siquiera se han tomado el trabajo de solicitar licencias para pescar en nuestro mar patrimonial. Y guardan silencio porque ellos saben muy bien que no hace falta regalar el atún a los pescadores foráneos, para que se asegure el abastecimiento a las enlatadoras instaladas en nuestro suelo. Existe un mercado abierto, con precios internacionales, y nada impide su comercialización. Los mismos datos del INCOPESCA así lo demuestran. –
Asimismo, ha de quedar muy claro que no es que se esté regalando el atún a las enlatadoras. ¡No! El generoso regalo se le hace más bien a los buques con bandera extranjera, MUY BIEN CONOCIDOS en Puntarenas. Porque ha de aclararse que no existe ni un solo barco atunero con bandera de Costa Rica… Desde hace más de dos décadas, nos decían en el Incopesca, que "podría estimarse el recurso atunero en nuestros mares de acuerdo a los permisos que se han otorgado" (oficio PR-417-90 del 23 de agosto de 1990). Y dicen “estimarse” pues en el Incopesca no saben cuánto atún se pesca en aguas costarricenses, dónde se pesca ni cuál es el estado de la población de atún. –
Así que, si en un año “normal” se otorgan 70 permiso para pescar atún tico, y se estima que cada barco pudo haber pescado al menos 2.000 toneladas por cada permiso (se trata de barcos que normalmente superan una capacidad de 1.200 toneladas ¡en peso! de atún) estos bien pudieron haber extraído unas 140.000 toneladas, por un valor de $172 millones (unos ø86.000 millones de colones). –
Si a lo anterior le aplicamos el porcentaje de licencias otorgadas sin pagar un cinco, tendríamos una estimación muy aproximada de la barbaridad que se comete en nombre de los "incentivos". No solo las licencias son casi regaladas, sino que un barco -cuando paga- desembolsa $22.800 por $3 millones. ¡Más que el premio mayor de una lotería! ¡El más bajo impuesto pagado jamás por un habitante de Costa Rica! Y todavía hay gente que se atreve a defender esta especulación… y el maltrato que impunemente se infringe a las poblaciones de delfines que –para su desdicha- comparten el hábitat marino con las poblaciones de atún aleta amarilla. –
UN POCO DE HISTORIA. –
En 1986, la Asamblea Legislativa actuando bajo la “guía” del presidente Arias aprobó un Convenio Atunero con EUA que le abría la rica zona del domo térmico de Costa Rica a la flota atunera de ese país, y que, entre otras cosas, obligaba a los pescadores ticos a solicitar permiso de pescar SU atún a un organismo supranacional. Luego de una ferviente lucha librada en el órgano legislativo, se aprobó por una espinita el Convenio, pese a la oposición de la Unidad Social Cristiana liderada por don Luis Fishman, Carlos Araya Guillén, Rodolfo Méndez, Cristian Tattenbach, etc. en esa lucha, y a la digna oposición solitaria del diputado jefe de fracción del PLN en ese entonces, don José Miguel Corrales, único diputado liberacionista que votara en contra del entreguista acuerdo. –
Como para entonces no existía la Sala IV, las evidentes inconstitucionalidades no pudieron plantearse con las facilidades de hoy, por lo que tuvimos que esperar hasta agosto de 1990, ya con la Sala Constitucionalidad en funciones, para presentar una Acción de Inconstitucionalidad que nos certificara el distinguido amigo Dr. José Enrique Romero. Acción que no fue resuelta sino hasta ¡cinco años después! Pero que tuvo sus efectos desde el momento en que fuere acogida por los señores magistrados que ordenaron suspender la aplicación del nefasto convenio hasta tanto no se resolviera la Acción. (¡Nueve años después de su presentación se publicó la redacción del voto! – Todo un récord-) - Lo triste es que los “incopescos” se encargaron de, en la práctica, aplicar lo convenido, por la vía decretos ejecutivos y reformas legales que facilitan el regalo del atún. Atún que no hace falta robarse pues se les dona “cariñosamente” a las grandes empresas atuneras. –
Costa Rica cuenta con aproximadamente un tercio del atún que se pesca en el océano Pacífico latinoamericano, pero sus beneficios, repetimos, no llegan a sus habitantes. Mientras tanto, los pescadores artesanales tienen que depender de las migajas del IMAS para alimentar a sus familias. Por eso nos hemos opuesto desde antes de 1978 a esa gran injusticia y hemos tratado, infructuosamente, de que se modifique la Ley de Pesca que en el asunto de licencias parece escrita en mármol. Y por eso compartimos el justo reclamo que hacen los pescadores puntarenenses y sus familias porque se les brinde un trato acorde con la realidad pesquera nacional y la justicia social. –

Freddy Pacheco León
Biólogo

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