jueves, 26 de diciembre de 2013

Comentario

Derrotas recurrentes de Nicaragua en la Haya

Freddy Pacheco Leó
Tal vez porque es algo inusual en las relaciones internacionales de Costa Rica, el asunto de la incursión nicaragüense al territorio limonense de isla Portillo quizá no es comprendido plenamente por nuestra ciudadanía. Y es que después de acudir a la Organización de los Estados Americanos, presentar el caso en otros foros continentales y hasta soportar el insultante actuar de la “corte” centroamericana de justicia con sede en Managua, creemos que algunas personas...no tienen claro lo que es y puede hacer la Corte Internacional de Justicia (CIJ) con sede en La Haya, Holanda. Parece olvidarse que es el tribunal de justicia más importante de la ONU, con la capacidad de emitir resoluciones de cumplimiento obligatorio para los Estados bajo su jurisdicción, y con formalidades de forma y fondo propias de su responsabilidad, que tiene el deber de estudiar los casos como parte de un debido proceso estricto donde no caben las ocurrencias ni las influencias interesadas.
Recordemos que antes del conflicto actual, se hubo de acudir a la Corte para defender el derecho a la LIBRE NAVEGACIÓN que tiene Costa Rica, a perpetuidad, por parte del nicaragüense río San Juan, que estaba siendo obstaculizado por el gobierno nica. Así, luego de una excelente participación del destacado cuerpo profesional estructurado por la Cancillería tica, el ente de las Naciones Unidas determinó que las embarcaciones costarricenses, INCLUSO CON TURISTAS, tienen derecho a navegar sin tener que pedir permiso ni pagar impuesto alguno, según un horario razonable determinado por las autoridades del país dueño del río. Trascendental decisión pues el argumento del equipo de juristas de la contraparte alegaba que dicha libre navegación solo podía hacerse con “objetos” de comercio, y no con “OBJETO” de comercio, como lo defendió exitosamente el equipo costarricense.
Resuelto el conflicto a favor de Costa Rica, se presentó luego la desastrosa “aventura” de la “INVASIÓN” de soldados del ejército nica al mando del comandante Edén Pastora, al territorio de isla Portillo, al norte de la gran isla continental de isla Calero. Como no hubo razones atendibles y el régimen de Daniel Ortega, siguiendo el consejo de asesores como Jaime Incer, Mauricio Herdocia, Rosario Murillo, y el mismo Pastora, reaccionara afirmando que aquél primer caño excavado, no era más que el que planteara el árbitro General Alexander a fines del siglo XIX, como el que marcaba el límite entre ambos países, Costa Rica se vio en la necesidad imperiosa de acudir nuevamente al tribunal con sede en La Haya. Al hacerlo, solicitó medidas provisionales para que los invasores no pudieran culminar su meta de conectar el río San Juan con la laguna de Los Portillos (laguna de Harbor Head), con lo cual el evidente daño ambiental al rico humedal y el avance de las pretensiones nicas de fijar un nuevo límite ¡a costas de parte del territorio soberano costarricense! pudieren afirmarse en el tiempo. De esta forma, la Corte nuevamente emitió un fallo desfavorable a Nicaragua, ordenando a los invasores SACAR SUS BOTAS MILITARES del territorio técnicamente en disputa, y permitiendo a los costarricenses, exclusivamente, ingresar al mismo en labores de conservación ambiental.
Sin embargo, confundidos en sus derrotas, los gobernantes nicaragüenses no solo incumplieron la ordenanza de la Corte, sino que, de acuerdo con el comandante Pastora, procedieron a excavar DOS NUEVOS CAÑOS (¡de quién sabe cuántos más que pensaban hacer!) con la evidente intención de crear un delta con numerosos canales que hubiera hecho difusa y más ancha, la desembocadura del río San Juan ¡a través del territorio costarricense! Ante esos hechos, y en forma ágil nuestra Cancillería acudió nuevamente a La Haya solicitando nuevas medidas provisionales, para evitar mayores perjuicios. Los magistrados así lo entendieron, y en una nueva derrota para el equipo de juristas de la cancillería nica, se ordenó la inmediata salida de los soldados de Ortega, al tiempo que se les dio DOS SEMANAS para que rellenaran las trincheras recién construidas cerca de un campamento militar, que el comandante Pastora había instalado en la playa de la costarricense isla Portillo, alegando que la playa no formaba parte de la isla…
Como las lecciones recibidas de parte del equipo de la Cancillería de Costa Rica ya eran frecuentes, el gobierno de Managua corrió en busca de algo que le permitiera MITIGAR AL MENOS los golpes que erosionaban su autocalificada “gran experiencia y capacidad” en derecho internacional. Surge así la injustificada acusación de que con la construcción de la Ruta 1856, todavía a nivel de trocha rural, Costa Rica “estaba destruyendo la navegabilidad del caudaloso río San Juan” y los ecosistemas de la gran cuenca. ¡Había que tratar de “EMPATAR” con alguna acción! y lo único que se les ocurrió era demandar a Costa Rica por los supuestos daños provocados por una carretera en construcción.
Y así lo hicieron, atropelladamente, primero ante la “corte” Centroamericana de Justicia, con sede en Managua y muy “contaminada” por el gobierno de Ortega y el ejército nicaragüense. Ente, que pese a no tener jurisdicción sobre Costa Rica llegó al extremo de emitir un fallo condenatorio, tan insustancial que SE LO LLEVÓ EL VIENTO suave que corre por el río. Luego de ese esperado fracaso, los “expertos” nicas llevaron los mismos argumentos a La Haya, a la Corte Internacional de Justicia, a donde demandaron, tímida e indirectamente, medidas cautelares que obligaran a Costa Rica a deshacer todo lo hecho y regresar el territorio por donde corre la trocha a su estado anterior. Al no recibir una respuesta favorable, insistieron en una nueva solicitud de medidas provisionales, también con similares argumentos pero, igualmente, SIN presentar pruebas que, al menos, sustentaran su “urgente” solicitud.
De esta forma se llegó al recién pasado viernes 13 de diciembre, en que en un fallo unánime y contundente, los señores magistrados de la CIJ le comunicaron a ambos países y al mundo, que “las circunstancias actuales no son tales como para que la Corte indique medidas provisionales”. Pues el equipo jurídico costarricense, con argumentación sólida, hizo evidentes GRAVES FALLAS en el accionar del grupo jurídico nicaragüense, que no solo acudió a La Haya con solicitudes de medidas provisionales sin sustento técnico y antojadizas, sino que no podían ser tomadas como tales de parte de la Corte Internacional de Justicia, sin que hubiere caído en determinaciones prejuiciadas con respecto al fondo de la demanda nicaragüense.
Además, el equipo de la cancillería costarricense, logró demostrar, ¡y la Corte así lo acogió!, que no existía LA URGENCIA reclamada por Nicaragua en el tanto no hay amenaza real e inminente de daño irreparable mientras la Corte dicta una decisión final. Que Nicaragua no pudo demostrar un aumento sustancial de SEDIMENTOS hacia el río, ni algún efecto eventual a largo plazo que afectara su navegación. Y en cuanto al alegado efecto sobre los ecosistemas y diversas especies en particular propias de los humedales, la Corte coincidió con Costa Rica en cuanto a que Nicaragua jamás explicó como los trabajos en la ruta 1856 pondrían en peligro tales especies, las que además no fueron identificadas con precisión. NO se demostró por tanto (dice la Corte) que exista un daño real e inminente irreparable hacia los derechos invocados por Nicaragua.
Pero algo increíble es que, pese a la claridad del fallo de la Corte, el embajador nica en La Haya y “expertos” como un señor Herdocia, sacando de contexto párrafos la resolución para darles interpretaciones ANTOJADIZAS, pretenden mitigar el golpe recibido diciendo que la Corte prohibía a Costa Rica la continuación de los trabajos de construcción. Con lo que ocultaban que la detención de los trabajos fue por circunstancias administrativas relacionadas con hechos de corrupción que se encuentran en los tribunales de justicia costarricenses, ¡jamás por los sucesos en La Haya! Por eso, ya se presupuestaron las obras y se avanza en la recuperación del tiempo perdido, muy diferente a lo que afirman adláteres de Daniel para confundir al pueblo nicaragüense.
No tenía importancia pues de cuál NACIONALIDAD eran los expertos contratados por nuestra Cancillería, ni de qué COLOR eran las togas usadas en las audiencias; de lo que se trataba era, de conformar un equipo de excelencia, responsable, trabajador, que nos representara según los requerimientos de los costarricenses y que, de paso, le diera un par de lecciones a un conjunto de profesionales que Nicaragua había conformado con una esperanza pero pobre en su accionar, como lo demostraron los resultados favorables a Costa Rica.
*Doctor en Biología.

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