sábado, 8 de febrero de 2014

Comentario

LA ESCUELA CLETO GONZALEZ VIQUEZ


[Roberto Cambronero Vindas]
Hace ya muchos años me gradué de sexto grado en la Escuela Cleto González Víquez. Fue mi maestra la niña María Rosa Quesada González y mi directora la niña Evangelina Gamboa, después de haber sido don Bambino García y don Rafael Arguedas. Era una escuela relativamente nueva –construida con todo el rigor y la excelencia de la Administración Cortés-, con el patio más grande de las escuelas de la ciudad, rodeada de árboles de Llama del Bosque por los cuatro costados, con un salón de actos grande y hermoso, al que nunca –hasta donde recuerdo-, se le explotó como pudo haberse hecho.

Cada cuatro años la visito con gran alegría con motivo de las elecciones, pues es ahí donde me corresponde votar

Por supuesto, nadie pretendería que la escuela sea la misma después de tantos años. Hay un deterioro natural y las necesidades la institución han crecido, por lo que han debido hacerse arreglos y adaptaciones.

Desgraciadamente el deterioro natural, los arreglos y adaptaciones han convertido a “la Cleto” en una verdadera ruina. Se han hecho agregados, por dentro y por fuera que son verdaderos adefesios; no guardan relación arquitectónica con el edificio principal y están abandonados. Se construyó en el patio central un galerón donde funciona aparentemente un negocio comercial, una especie de soda, pintado con colores chillantes y rótulos comerciales. En la esquina sur-este, por fuera del edificio se construyó algo que no se sabe qué es y que ahora sirve para amontonar a su alrededor, pedazos de pupitres y alguna otra basura. Donde estaban los servicios sanitarios se construyó un agregado que supongo alberga más servicios sanitarios, pero que no guarda armonía arquitectónica con el edificio. Los pisos de las aulas, que originalmente fueron de madera, hoy lucen de mosaico en algunos casos y en otros, son láminas de Ply Wood, puestas grotescamente unas a la par de otras. Para completar todo este panorama de ruina, el patio central, el más grande y hermoso de las escuelas de Heredia en otro tiempo, estaba cubierto de hierba el día de las últimas elecciones, dando la imagen más deplorable de abandono. Se comprende que estábamos en período de vacaciones escolares desde hacía mes y medio y se puede presumir que para el inicio del próximo curso lectivo estará limpio. Pero por un principio elemental de elegancia y limpieza debió cuidarse por lo menos este detalle. Cuando uno recibe visitas lo primero que hace es limpiar la casa.
Pareciera que hay descuido e ignorancia de las autoridades de la escuela, pero también del Ministerio de Educación. Esta escuela debe ser conservada como lo que es: una joya arquitectónica que, al ser restaurada, debe guardar la mayor fidelidad con su estilo original. Demoler los adefesios agregados sin ton ni son y que en el futuro, se prohíban las improvisaciones y las ocurrencias. Nunca debe clavarse un clavo ni removerse un vidrio sin el asesoramiento oportuno y autorizado de un arquitecto o ingeniero que entiendan de la materia.

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